jueves, 1 de octubre de 2009

PERIPECIAS DE UN DIABETICO (TIPO 2)

Tanto va el cántaro a la fuente, que al final tuvo que romperse. Hace unos meses, el status de obesidad, SAOS (Síndrome de apnea obstructiva del sueño) y diversos síntomas indicativos me convirtieron oficialmente en diabético tipo 2 dentro del contexto del llamado Síndrome metabólico (o síndrome X, que queda más molón). Con un índice de masa corporal (IMC) mayor de 38 y la indicación de cirugía bariátrica sobrevolando mi orondo cuerpo tomé la decisión de intentar llegar a viejo y ponerme las pilas. Así que tras añadir a mi ya crónica lista de medicamentos diarios la metformina (nombre comercial Dianben) inicié una dieta bastante estricta en calidad y cantidad y un aumento de consumo calórico diario, sobre todo procurando caminar más y mejor.


asi de orondo estaba un servidor de ustedes hace un año


Así que con las pilas puestas, mi doctora - la doctora Irene Bretón, una cabeza privilegiada donde las haya- me puso como objetivo eliminar la indicación, es decir, ponerme con un IMC de menos de 35. La muy ladina ni me puso dieta ni nada, sino que confió a mi responsabilidad como médico. Y me dio de plazo mes y medio ("dos como mucho" añadió).

Así que me puse manos a la obra, a ver si lo conseguía. Aparte de incluir en mi tratamiento metformina, lo más típico para la diabetes asociada a sobrepeso, lo primero fue una reducción brutal del aporte calórico, con abstención casi absoluta de pan, patatas, arroz, maíz, azúcar (claro está) y alcohol, y mucha menos grasas. Paralelamente, dedicar un rato del día a hacer ejercicio moderado, que en mi caso ha sido caminar entre media y hora y media diaria. Y mientras, a estudiar la diabetes (para principiantes) e investigar el contenido calórico de los alimentos. Conseguí el objetivo, y a las 6 semanas ya tenía un IMC de 34,8; por lo que Irene me felicitó efusivamente.

mis píldoras del desayuno, nada mal para tener 50 años ¿no?


Hoy ya se van viendo los frutos de la iniciativa. He reducido 20 kg de peso, he bajado 3 tallas de ropa (estoy en crisis textil, claro) y el SAOS se ha evaporado. Académicamente sigo siendo obeso (el IMC es de 31,4, hay que bajar de 30) pero he ganado mucho en autoestima. Sin embargo...

La diabetes es una enfermedad incurable. De aquí al día de mi muerte, que ya veremos cuando es, seguiré siendo diabético. Puede que mi nuevo modo de vida consiga adormecer el proceso, pero no podrá eliminarlo. Por ello, también estoy aprendiendo a deambular por el mundo con comportamiento preventivo y no de glotón obeso, como hasta ahora es mi costumbre.

La diabetes tipo 2 viene de la confluencia de una predisposición genética (hay mucha gente de nunca se convierte en diabética) unida a unas costumbres de vida que la desarrollan: alimentación inadecuada, sedentarismo y otros vicios de la vida moderna. Como los genes son de momento intocables para conseguir ese adormecimiento hay que cambiar de costumbres: alimenticias, físicas y por supuesto mentales.

Clásicamente se dice que somos lo que comemos, y en mi caso no puede ser más verdad. En el medio siglo de vida que llevo en este mundo he comido hasta hartarme de los manjares más variopintos y multihorarios, sea en desayuno, comida y cena o todas la entrehoras descritas. Más aún, me encanta comer. Me gustan las comidas opíparas y las buenas cenas, seguidas de tertulia o sobremesa. Me atrae mucho conocer nuevos platos y nuevos sabores, cuando viajo suelo probar de todo; comer es un instrumento socio-cultural. Todo eso hay que cambiarlo.
Cargando imagen
Haz clic en cualquier sitio para cancelar
La imagen no está disponible


No hay comentarios: