martes, 5 de abril de 2011

NUEVA VISITA A BLADE RUNNER

Hace un par de días, vagabundeando por la Wikipedia en lengua inglesa, me leí el extenso artículo sobre la mítica Blade Runner; y sentí un deseo inmenso de volver a verla. La primera vez que la ví fue durante su proyección en cines, en 1982, junto con mi buen amigo Miguel Angel Díaz de Cerio. El mismo que hace un par de años me la volvió a regalar en DVD, en la última versión publicada, la llamada final cut (el montaje final).

Pensado y realizado. Inserté el disco en mi iMac de 20" y aprovechando la magnífica tecnología Apple me dispuse a disfrutar un rato de lo lindo, cosa que ocurrió a plena satisfacción.



Resulta de Blade Runner ha sido publicada en siete versiones, con alguna diferencia entre ellas que ocasionalmente ha sido sustancial. Esta última destaca porque no hay narraciones con voz en off, y porque se ve muy nítida y muy bien tras la restauración y la "remasterización" de la cinta original.


La peli te sumerge de inmediato en el opresivo universo de la presunta ciudad de Los Angeles en 2019, y ya no te desengancha hasta que salen los créditos del final; conoces a Deckard/Harrison Ford (un tipo que acaba el film con todos los golpes del mundo, los cuatro replicantes le atizan sucesivamente), a los pellejudos/replicantes, criaturas sintéticas que se asoman al mundo de las emociones, y descubren cosas tan desagradables como el miedo o la angustia vital, y te recreas en Tyrell, JF Sebastian y otros tipos rufianescos que van desfilando delante de tus ojos.

Mientras, la construcción futurista del mundo te impregna. Claro que como han pasado casi treinta años desde el primer "visionado" hay ciertos detalles que ponen al descubierto tal antigüedad. Menciono solo un par de ellos.

Blade Runner gira en torno al desarrollo desaforado y comercial de la ingeniería genética. No solo los ensayos de superhombres sino que hay una especie de mercadillos que comercian con órganos artificiales, mascotas sintéticas y otros productos colaterales. Tal desarrollo científico, que a la vista de lo que nos rodea en el mundo real del siglo XXI pudiera ser verosímil (supongo que algo después de 2019) se compadece poco con algunas ausencias notables, que no fueron previstas por Philip K.Dick ni por los guionistas.

No hay internet. De hecho salen muy pocos ordenadores; los personajes se comunican en directo, haciendo visitas personales, o por radio; tampoco se les ocurrió que podría haber telefonía móvil. Hay una escena deliciosa, cuando Deckard invita a Rachel a tomar una copa lo hace con una llamada de videoconferencia... en una cabina de pago.

Los pellejudos están obsesionados por sus recuerdos, y esa obsesión se materializa en la posesión de fotografías, lo que los humaniza casi del todo, como nos pasa a nosotros. La peli, en 1982,  candidamente nos muestra fotos en papel (suponemos que papel Kodak), sin rastro de las ubicuas fotos digitales que tenemos en 2011. Resulta que estos personajes, capaces de viajes interestelares, guerreros de mil guerras más allá de Orión se aferran a las sencillas copias de 13x18 o 10x15, incluso dedicadas a bolígrafo por detrás. Pura inocencia tecnológica.

Aunque para alarde de futurismo, el inmarcesible análisis que hace Harrison Ford de una foto de Leon, a través de un aparato que es monitor, escaner, impresora y que reconoce la voz y que consigue estudiar detalles infinitesimales de dos o tres granos de la emulsión, y "saca" el retrato de Zhora con su tatuaje de serpiente; eso sí con bastante grano. Esa secuencia me alucinó en 1982 y me ha vuelto a encantar hace dos días.

Bueno, en resumen termino recomendando que vean la peli. Si ya la vieron antes para ver que bien ha pasado el tiempo por ella, y si inverosimilmente no la conocen, para que disfruten de una pelicula de culto "de verdad". Muchos saludos y gracias por leer.