sábado, 12 de septiembre de 2009

Obstáculos fotográficos: ese inoportuno cableado aéreo

Todos queremos conseguir fotos inolvidables de las vacaciones. Al fin y al cabo, todos estos años dedicandonos al hobby de la fotografía, y todo ese equipo que nos pesa en el cuello y hombros está destinado a lograr alguna foto de impacto. Acudimos al lugar idóneo, encontramos una iluminación atractiva y nos esforzamos en descubrir el encuadre más adecuado para cristalizar la creatividad.

Pero... con más frecuencia de la deseada hay elementos inamovibles que nos aguan la fiesta, como es el caso del cableado aereo que hay en tantos sitios de nuestra geografía. Donde menos te lo esperas aparecen las líneas negras del teléfono, o de la electricidad para “adornar” nuestra imagen.

Muchas poblaciones españolas apuestan por la llegada de turistas para mejorar sus ingresos, en forma de fiestas, turismo rural, playa, patrimonio cultural o lo que sea. La mayoría de los visitantes llevamos una cámara y hacemos fotos para enseñar el sitio a las amistades. Si las fotos son atractivas, es posible que alguno se anime a ir en otra ocasión. ¿Sería mucho pedir que los responsables de urbanismo se preocuparan de ver que cosas afean su bonito pueblo e intentaran eliminarlo?

Pudiera ser que después la mejora estética se tradujera en más visitantes e ingresos.

Los ejemplos son innumerables, pongo aquí algunos de este mismo año. Siempre podemos recurrir al photoshop, pero no es lo mismo.

obstaculos fotográficos (2)




obstaculos fotográficos (3) 

obstaculos fotográficos (4)

Antes de photoshop

obstaculos fotográficos (1)

Y después de photoshop:

casa de espinareu

Proveedores de la Real Casa


Se trata del Café y Salón de te Nerian, junto a la playa de Ribadesella. Parte de una cadena de tres establecimientos pasteleros, junto con Chocolate y La Veguina, resulta ser uno de los sitios preferidos por los príncipes de Asturias para tomar una merienda. Y no es para menos, porque es un sitio magnifico, haga sol o llueva, lleno de tentaciones para estropear la línea. Tienen unos sandwiches y bocadillos sobresalientes, y unos dulces para chuparse los dedos. Y recientemente han añadido a su oferta un dulce en honor a la princesa.


Las Letizias de Ribadesella, claro.

jueves, 3 de septiembre de 2009

La maravillosa Casa Maravillas (de la calle Ibiza)



Muchos como yo comemos con frecuencia fuera de casa. Ocasionalmente por placer, pero con mucha más frecuencia para enlazar la jornada laboral de la mañana con la de la tarde. Al fin y al cabo, en nuestras metrópolis actuales no sale a cuenta ir a comer a casa si después hay que salir corriendo a producir algunos euros más.

Aquí junto al hospital tenemos la Casa Maravillas, un bareto-casa de comidas sucursal de otra homónima que se localiza en Malasaña. Decorado con un aire de bar viejo y decadente muy de cartón piedra, resulta que la cocina sobresale una cabeza y media del nivel esperado en este tipo de sitios. Supongo que el cocinero es una joven promesa con un gran futuro por delante, y en Casa Maravillas está iniciando su andadura y no lo hace nada mal.

Ponen un plato del día de 11 euros, un precio promedio de Madrid, con tres primeros a elegir y tres segundos, amén de postre o café. Son menús bien equilibrados, que permiten unas seis combinaciones para satisfacer a casi cualquier paladar. Hoy ofrecian de primeros arroz con bogavante (caldoso, con trocitos de frutos de mar incorporados), gazpacho andaluz (muy digno, con tropezones incluso) y ensalada de pollo con salsa rosa, bastante copiosa (al menos de lechuga). Para segundos, picaña de novillo argentino con salsa chimichurri, o bien costilla asada al estilo americano (muy sabrosa) o mero a la madrileña (trozos de pescado rebozado con ensalada)

un ración de gazpacho

En la oferta de postres, tarta de queso o chocolate, pudding (una delicia) o fruta variada, ya pelada y troceada.

Y el servicio, un encanto. Sin otros comentarios. Comer en Maravillas constituye una pausa de relax y placer entre una tarea y otra, para sobrellevar este Madrid de mis entretelas.

 
el interior de Casa Maravillas