jueves, 3 de septiembre de 2009

La maravillosa Casa Maravillas (de la calle Ibiza)



Muchos como yo comemos con frecuencia fuera de casa. Ocasionalmente por placer, pero con mucha más frecuencia para enlazar la jornada laboral de la mañana con la de la tarde. Al fin y al cabo, en nuestras metrópolis actuales no sale a cuenta ir a comer a casa si después hay que salir corriendo a producir algunos euros más.

Aquí junto al hospital tenemos la Casa Maravillas, un bareto-casa de comidas sucursal de otra homónima que se localiza en Malasaña. Decorado con un aire de bar viejo y decadente muy de cartón piedra, resulta que la cocina sobresale una cabeza y media del nivel esperado en este tipo de sitios. Supongo que el cocinero es una joven promesa con un gran futuro por delante, y en Casa Maravillas está iniciando su andadura y no lo hace nada mal.

Ponen un plato del día de 11 euros, un precio promedio de Madrid, con tres primeros a elegir y tres segundos, amén de postre o café. Son menús bien equilibrados, que permiten unas seis combinaciones para satisfacer a casi cualquier paladar. Hoy ofrecian de primeros arroz con bogavante (caldoso, con trocitos de frutos de mar incorporados), gazpacho andaluz (muy digno, con tropezones incluso) y ensalada de pollo con salsa rosa, bastante copiosa (al menos de lechuga). Para segundos, picaña de novillo argentino con salsa chimichurri, o bien costilla asada al estilo americano (muy sabrosa) o mero a la madrileña (trozos de pescado rebozado con ensalada)

un ración de gazpacho

En la oferta de postres, tarta de queso o chocolate, pudding (una delicia) o fruta variada, ya pelada y troceada.

Y el servicio, un encanto. Sin otros comentarios. Comer en Maravillas constituye una pausa de relax y placer entre una tarea y otra, para sobrellevar este Madrid de mis entretelas.

 
el interior de Casa Maravillas

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