jueves, 1 de octubre de 2009

CELTIBERIA SHOW

Primero fue una sección entre irónica y jocosa de la revista Triunfo. Luego se convirtió en un libro, pequeña joya editorial del tardofranquismo con una colección irrepetible (y muy tierna) de ejemplos típicos y tópicos de la sociedad española. Y después de muchos años y mucho éxito, pues casi es una categoría. Si no lo creen búsquenlo en Google, y verán que cantidad de enlaces y resultados. Incluso hay un grupo de Flickr sobre este espectáculo celtibérico. Luis Carandell, su creador y mantenedor, estaría orgulloso viendo como una de sus literarias criaturas ha trascendido a su existencia y tiene su vida propia.




Portada del libro, si pueden pillar un ejemplar no desperdicien la ocasión de pasar un rato memorable



Hace unos días, me tropecé con un ejemplar de Celtiberia Show en la Librería Mendez de la calle Ibiza 23 y volvía comprarlo. Digo que volví porque ya es el tercer ejemplar que cae en mis manos. El primero, solo visto de prestado, apareció en mi casa a primeros de los setenta y no entendí demasiado. Debía ser que el franquismo aún coleaba y mis entendederas no eran muy amplias, pero ya me hizo gracia la idea. Muchos años después compré una reimpresión y ya me encantó leerla, en línea con “El Despiste Nacional” (gazapos periodísticos recopilados por Evaristo Acevedo) o las geniales “Antologías del Disparate”, esas sartas de ocurrencias que han tenido y tienen los estudiantes cuando se enfrentan a los exámenes con el vacío de la ignorancia. Y esta tercera vez, la he devorado en cinco arreones (incluyendo tres trayectos en tren de cercanías), y ha sido un absoluto deleite.

El anecdotario de España y Portugal de los años sesenta, con una sociedad en transformación da mucho de sí. Leer ahora esos textos dedicados a la autoridad competente, a la raza, al (nacional)catolicismo hace gracia , enternece y conduce a la reflexión. Han pasado treinta y tantos años desde la primera edición, el autor ya falleció y montones de situaciones y contextos solo son historia. Pero la sociedad sigue aquí, totalmente alrededor, inmersa en la globalización, llena de móviles, internet y aires acondicionados. Por lo tanto el show sigue con nosotros los celtibéricos. Solo es preciso abrir los ojos y disfrutarlo. ¿Seguiremos siendo ese país improvisador, chapucero y guasón como hace unas décadas? ¿O por el contrario, la invasión consumista anglosajona nos ha convertido en una colectividad aculturada, digna de mejores destinos?. Se admiten opiniones.


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