jueves, 24 de marzo de 2011

¿QUIEN RECUERDA AL CABO NOVAL?

La Plaza de Oriente de Madrid podría ser considerada uno de los centros de España. Abierta mediante el derribo a cañonazos de los edificios vecinos al Palacio Real, separa la fachada este de palacio del Teatro Real y forma un espacio peatonal elegante y señorial de la Villa y Corte. En esta plaza se aglomeraban los seguidores de Franco en las manifestaciones de apoyo al antiguo régimen, y desde sus baldosas las multitudes aclamaron a los príncipes de Asturias el día de su boda. Una placa al pie de la calle Bailén recuerda el punto desde donde los madrileños se sublevaron contra la ocupación francesa en 1808, dando comienzo a la Guerra de la Independencia y de paso a la Edad Contemporánea, en la que vivimos. Así pues, no es una plaza cualquiera, está cargada de historia y de símbolos por los cuatro costados.

Preside la plaza en su centro la estatua ecuestre de Felipe IV, obra notable de la escultura barroca dado que en su diseño participaron entre otros Velazquez y el mismo Galileo Galilei. Al paseante le flanquean unas docenas de esculturas de los antiguos reyes de la España medieval, grupo escultural que inicialmente estaba destinado a la terraza del palacio, pero que acabaron a ras de suelo por los peligros de desprendimiento que hubieran producido. Son unas esculturas toscas y feas, pero que junto al nieto de Felipe II acumulan una presencia regia nada desdeñable para un espacio tan reducido.

Sin embargo, a la derecha del Teatro Real, y un poco escondida entre los árboles del parque hay una estatua que no corresponde ni a un rey, ni a un conde-duque, de hecho ni siquiera a un general. Se trata de un monumento a un miembro de la clase de tropa, al cabo de infantería Luis Noval Ferrao.

monumento al cabo noval

Me quedé perplejo encontrar este monumento aquí. Un monumento a un joven soldado en el centro de los reinos españoles, a la vista de las ventanas palaciegas, y rodeado de centros de poder (como el Senado) o de edificios emblemáticos de nuestro país. ¿Quien fue este Luis Noval? ¿Qué hizo para merecer tal lugar de honor?

Mi encuentro con el monumento fue hace unos cinco años, paseando por esos augustos parajes. Seguro que habré pasado junto a la estatua montones de veces, y nunca he reparado en su presencia, y menos aún en su significado. Intrigado, me acerqué y de quien se trataba. Su historia es breve, pero no deja de ser emocionante.

Luis Noval nació en Oviedo. A los 22 años era soldado del Tercer Regimiento de Infantería del Príncipe, su unidad fue trasladada a Melilla en 1909, en la campaña de reconquista del territorio circundante de la ciudad tras el desastre del Barranco del Lobo. Fue hecho prisionero por los guerrilleros rifeños y usado como señuelo para emboscar a sus compañeros de armas, pero él gritó: “¡Disparad, soldados, aquí están los moros!”; tal gesto salvó a su unidad aunque él murió en el intercambio de disparos que se produjo. Su sacrificio parece que conmovió a la sociedad española, y no solo recibió a título póstumo la laureada de San Fernando, sino que se erigió este monumento por Benlliure, uno de los mejores escultores que hemos tenido.

Como tantas veces, tras las efusiones iniciales, parece que su gesta cayó en el olvido. Puede que después hayamos otras gestas más dignas que recordar que la suya, o que la guerra en la que pereció no convenga ser recordada para no remover antiguas querellas internacionales. El cabo Noval no “suena” a héroe nacional, no se le asocia con Agustina de Aragón o con Viriato, por mencionar a algunos. De hecho, en nuestros tiempos los héroes nacionales no aparecen casi nunca; diriase que mejor los dejamos en la trastienda. Por destacar un contrasentido, en el Paseo de Camoens hay una estatua del cura Hidalgo, caudillo de la independencia mexicana frente a España (y conocido por su afición a degollar a los partidarios del rey de España), y la única estatua madrileña de Hernán Cortés está almacenada en un depósito municipal. Hay muchos más ejemplos.

De todas formas, nunca es tarde para darse un paseo por la Plaza de Oriente. En un par de minutos podremos reparar en el monumento al cabo Noval, el soldado humilde de 22 años inmortalizado junto a tantas testas coronadas que prefirió morir para salvar la vida de sus compañeros de regimiento. Y si nos fijamos, las últimas palabras grabadas en la piedra, en su homenaje resumen a la perfección el mensaje que deberiamos difundir a los cuatro vientos: PATRIA NO OLVIDES NUNCA A LOS QUE POR TI MUEREN.

monumento al cabo noval (detalle)
Piensenlo.

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